lunes, 14 de septiembre de 2015

Palacio de la Reyna Madre

Hace unos días me planteaba de forma mesurada no volver hablar del tornado que sufrimos hace ahora once días. Pero una imágenes que contemplo desde entonces vuelven a darme la posibilidad de retomar unas pequeñas notas de historia, la nuestra, la de Aranjuez.

Por ello, hoy, quiero ofrecer varias instantáneas de lo que es la naturaleza y el privilegio de vivir en un lugar hermoso...

Y como dice un proverbio árabe... No hables sí lo que vas a decir no es más hermoso que el silencio. Sobran mis palabras.


El campo de los Deleytes y el palacio de la Reina Madre.

Es la Reina María Cristina, viuda de Fernando VII, quien ordena construir en 1864 un Palacio mediante planos de Alejandro Sureda. Construido en ladrillo y cubierta de pizarra, acompañado en los remates de piedra. La imitación está basada en yeso en las cornisas y jambas de sus huecos. Es una copia fiel del que poseyó la Reina Madre en las cercanías de Ruell en Francia, su primer propietario: Napoleón, distinguiéndose con el nombre de la Malmaison.


Ya en 1804 Álvarez de Quindós nos detalla que en la composición del territorio el Real Bosque y Casa de Aranjuez contaba con innumerables jardines, huertas y plantíos como elementos claves y propios para el recreo, por ejemplo: el jardín de los Estanques (Felipe II). Otra huerta frente a la casa del Matadero. Otra más en la calle conocida como de la Escuadra (alta), otra la Huerta de Potaxier, la Huerta de las Texeras conocida como Tejeras, y así gran número de ellas. Pero la que hoy nos ataña es la de los Deleytes.


Campo del Deleite, Campos de los Deleites, Campo de las Delicias.


Conocida también como Calle Olivas o Paseo de las Olivas.


La utilidad de los innumerables árboles de Aranjuez, sin perjuicio de la sombra y adorno de los paseos, no puede calcularse, cortándose cada año una calle de las más viejas, o una parte de las muy largas para renovarse. Así resultaría abundancia de madera útil de álamo negro para carruajes, vigas para lagares y molinos de aceite, que se aprecian mucho: trozas, tablones y muchas arrobas de leña, de que hay tan gran escasez en este país; aumentándose la hermosura sustituyendo árboles nuevos por los carcomidos, viejos y de mala figura, y mucho más si se preferían para la preplantación de árboles más útiles, como nogueras, fresnos y álamos negros. 


El día 10 de junio de 1744 se dio una instrucción sobre los cortes de leñas, y asignaciones de este emolumento a los criados del Sitio, y posteriormente hay otras resoluciones sobre lo mismo. En el año de 1799, conociendo el Rey mejor que otro lo que podía sacarse de este arbolado, mandó se cortasen las leñas necesarias para el gasto de este Real palacio durante las jornadas como se hacia en lo antiguo, con el ahorro de cuatrocientos mis reales a que asciende cada año el coste de la encina que se conduce para este fin de montes distantes; pero se presentó a S.M. poniendo obstáculos, que impidieron el efecto de la Real determinación...




José Luis Lindo Martínez

Cronista Oficial de Aranjuez

El Rincón del Cronista

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