III. LA INAUGURACIÓN
La figura del Sagrado Corazón de Jesús fue emplazada en el
centro de la calle del Príncipe con la calle de Montesinos. La bendición y
descubrimiento del monumento se llevó a cabo el día 9 de noviembre de 1930,
asistiendo al acto el Jefe de la Casa de S.M. El Rey en representación de la
Casa Real, el Obispo de Madrid-Alcalá, Leopoldo Eijo Garay; el Regidor de
Aranjuez, José Álvarez Sánchez de la Nieta; José Borús, director de la Fábrica
Experiencias Industriales; José Mª. López Andújar, párroco de Aranjuez y
Santiago Puerta, Secretario del Consistorio junto a muchísimos vecinos que se
congregaron para participar del acto. Como datos anexos, indicar que el
monumento estaba cercado por una cancela de rejería, y en la base tenía una
placa con la inscripción sacada del Evangelio según San Mateo: Venid a mí todos los que estéis cansados y
agobiados porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
El pueblo llano y sencillo, como el día que se llevó a cabo
la petición popular para erigir la estatua a S.M. El Rey D. Alfonso XII,
respondía una vez más, en la medida de sus posibilidades, a esta suscripción.
IV. SEGUNDA REPÚBLICA. COMIENZA EL ACOSO PARA SU
DESAPARICIÓN
De nuevo y como parte de la historia de España, nos cruzamos
con un episodio producido por los diferentes cambios políticos que marcaron la
vida municipal. El día 14 de abril de 1931, se instauraba la segunda República.
Y el 18 comenzaba a presidir los destinos del Consistorio, Doroteo Alonso
Peral. Como muchos de los republicanos eran opositores del clero y la iglesia,
trataban de hacer desaparecer el monumento al año de su descubrimiento, hecho
éste que, como veremos, se debatió en el foro municipal amplia y
exacerbadamente por algunos ediles. Cabe recordar que semejantes actos ya se
habían llevado a cabo en Madrid y otras ciudades.
Obras de arte únicas y cuadros de nuestros grandes artistas
fueron destrozados a cuchilladas, hachazos o por el fuego. Esculturas de
excepcional valor artístico fueron decapitadas y las cabezas arrojadas al mar.
La enumeración de las iglesias y conventos profanados se hacen interminables .
En la sesión plenaria presidida por Alonso Peral, el día 30
de octubre, se daba a conocer a los presentes una Circular que remitía el
Gobernador Civil, publicada en el Boletín Oficial del Estado, y que contenía la
ley de defensa a la República. A la conclusión de la lectura íntegra de dicha
disposición, tomaba la palabra el edil Eugenio Arminio Sánchez, aludiendo a que
la imagen del Sagrado Corazón debe consultarse con el Ministerio de la
Gobernación, por considerar que puede dar lugar a un conflicto.
A continuación intervino el edil Tomás Mata, para expresar
que dicha Orden se
refería puntualmente a la libertad de cultos, pareciéndole
oportuna la consulta. El edil José Ruiz Lozano, fue de la misma opinión, si
bien consideraba que debía invitarse al Cura párroco a quitarlo
voluntariamente. Mientras que el Regidor Alonso Peral, opinó que él haría lo
que le facultase la ley.
Este asunto se convirtió en un constante debate entre el
Párroco López Andújar, representante eclesiástico de Aranjuez, y el
Consistorio, quién lo conminaba constantemente para que lo retirase.
El día 30 de diciembre, en el Pleno presidido por Alonso
Peral, se proponía, de inicio, el traslado del Monumento, hasta terminar por
exigirse su desaparición. Fueron los ediles Eugenio Arminio, Evaristo Bustos
Bueno, Román Pedraza Merino, José Tercero Toldos, Patricio Guzmán Pérez y Ramón
Coello Lasheras, quienes solicitaron que desapareciera inmediatamente.
Alonso Peral hizo saber al edil Mata –que indagó sobre ello–
y a los presentes que, en efecto, se había llevado a cabo la notificación al
Párroco para que retirase el Monumento, y que esta autoridad eclesiástica,
lejos de acatar el acuerdo Institucional, había recurrido esta decisión a
instancias superiores.
También Gurumeta preguntó a Alonso Peral sí existía algún
precepto legal que autorizase al Ayuntamiento para ejecutar tal acción. No
terminó el Regidor de dar explicación, cuando Pedraza intervino argumentando
que en su opinión existe ley que así lo autoriza, pero que aun cuando no
existiera, si se acuerda que debe desaparecer, así debe efectuarse. Gurumeta
manifestó que como no estaba seguro de que esta medida se ajustaba a los
preceptos legales, él salvaba su responsabilidad. A lo que los ediles Bustos y
Tercero respondieron que no tienen inconveniente en asumir para ambos toda la
responsabilidad que de la resolución de este asunto pudiera derivarse.
De nuevo intervino Mata con esta reflexión: El Monumento que
se trata de hacer desaparecer, como la estatua del Rey Alfonso XII, se han
hecho con fondos de suscripciones públicas y que ambas deben respetarse
igualmente, por existir sectores de opinión que desean se respeten las dos, que
esta es su opinión como concejal y que como político, su deseo es que
desaparezca inmediatamente.
Para el edil Campos, la estatua del Rey Alfonso XII no era
el motivo que se estaba debatiendo, si no si procedía o no, la desaparición del
Corazón de Jesús, a cuya suscripción, según sus noticias, no contribuyeron los
Curas, opinando finalmente debe desaparecer por hallarse instalada en la vía
pública.
El edil Vicente Lloret Pérez dejó patente que el Monumento
no generaba ningún conflicto, ni existía perjuicio para nadie ni para la
República, que continuase en el sitio donde está colocado. Ante la diversidad
de criterios y tensiones, Alonso Peral daba por finalizadas las intervenciones,
para proponer que se pasase a la votación nominal. El resultado fue el
siguiente: Porque se hiciese desaparecer el Monumento, votaron Ruiz Lozano,
Pedraza, Bustos, Arminio, Gurumeta, Tercero, Campos, García García-Alcaide,
Guzmán, Coello y el alcalde; y por que no desaparezca, Mata, Lloret y González,
y como según este resultado existe mayoría absoluta para que se haga
desaparecer, así se acuerda, por once votos en pro y tres en contra.
El asunto no quedó
ahí, sino que se trató de nuevo el día 22 de enero de 1932, en el Pleno
presidido por Alonso Peral. El edil Arminio, buscando una excusa legal para hacer
desaparecer el Monumento, solicitaba del Interventor municipal, Fernando Duran
Rey, información sobre si el Cura Párroco abonó los jornales anticipados por el
Ayuntamiento para colocación del Monumento al Sagrado Corazón de Jesús. Duran
aclaró a Arminio, que sí había finiquitado los costes de la obra. Y entonces
Arminio inquirió de Alonso Peral, cuando se va a ejecutar el acuerdo de la
desaparición de dicho monumento. El mandatario, aclaró a la Corporación en
general que el Párroco, había entablado recurso contencioso administrativo y
que hasta tanto se resuelva este asunto, no se podía poner en vías de ejecución
el mencionado acuerdo.
Apenas había transcurrido una semana de la última sesión,
cuando se trataba nuevamente la cuestión del Monumento. Esta vez era el edil
Bustos quien pedía explicaciones de Alonso Peral como Regidor sobre el estado
en que se encontraba el asunto de la desaparición del Monumento al Sagrado
Corazón de Jesús. Contestándole que habló de esto con el Gobernador Civil de la
Provincia, y que le manifestó que había que esperar la resolución del fallo por
el Tribunal de lo Contencioso provincial.
A la conclusión de las explicaciones del alcalde, Ruiz
Lozano y Bustos, requirieron más diligencia en los trámites para darle una
solución en el menor tiempo posible. En los plenos siguientes se continuó
pidiendo explicaciones sobre el aludido expediente, llegando algunos ediles, a
desconfiar del Regidor, como se observa en la sesión plenaria del día 19 de
febrero de 1932.
Como quiera que las explicaciones ofrecidas por el alcalde
no habían dejado satisfecho al edil Coello quién había preguntado sobre dicho
expediente le excitaba a que se llevase a cabo lo acordado, Alonso Peral invitó
a Coello para que fuese a la Secretaría y viese lo realizado.
El día 26 se daba lectura a un oficio que remitía el
Tribunal Provincial de lo Contencioso Administrativo de Madrid con fecha 22 de
febrero de 1932. En dicho escrito solicitaba del Consistorio ribereño, que
remitiese el expediente del permiso que en su día otorgó al Consistorio para la
construcción del monumento, acuerdo que se había tomado el día 19 de abril de
1926. Terminada la lectura, Coello tomaba la palabra para mostrar su malestar
ante la demora en el cumplimiento de lo acordado, de retirar dicho monumento.
Pedraza entendía que para realizar esta gestión lo más rápido posible, se debía
de llevar el expediente en la mano y entregárselo al Gobernador, con ruego de
que para el mejor éxito y previas las explicaciones que al efecto se le dieran
[al Gobernador], lo informase y tramitase, procurando que prevalezca el acuerdo
de que sea retirado el monumento.
Sin embargo, Alonso Peral expuso, como medida cauta, que
este tema podía quedar aparcado para su estudio, con la finalidad de adoptar
una postura más oportuna, y no precipitada. Coello le argumentó que no era
necesario, siendo idónea la propuesta de Pedraza.
El Regidor, ante tan incómoda situación requirió la
intervención del Secretario municipal, Santiago Puerta del Amo, para que
técnicamente asesorase al Pleno en cuanto a lo que era más conveniente,
expresando el Secretario, los trámites que son procedentes en este asunto judicial,
no administrativo, sin perjuicio de que si lo estiman necesario, pueden elevar
al Gobernador la consulta si consideran pertinente. Tras esta explicación
técnica, el Pleno acordaba que se remitiese el expediente, llevándolo a la mano
para consultar el Excmo. Sr. Gobernador civil, lo que efectuara el Sr. Alcalde
en unión del Regidor síndico o del Sr. Pedraza.
Continuará...
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