Allá por el 2011, antes de formar parte del gobierno de María José Martínez con el Partido Popular, un familiar mío me dijo una frase que jamás olvidaré: “Aranjuez es una jaula preciosa llena de pájaros que pican cuando los das de comer”.
Lo que quería decir es que nuestra ciudad es un lugar muy complicado para hacer política y jamás llueve al gusto de todos. Esa sensación es la que me llevé al haber gestionado el Ayuntamiento durante cuatro años con mis compañeros de la mejor manera posible perdiendo a continuación 6 concejales en mayo del 2015.
Anoche, sin embargo, tras una clara victoria socialista impulsada por el viento de cola del Falcon de Pedro Sánchez, se respiraba en el ambiente una alegría contenida muy distinta al drama que supuso haber ganado las elecciones hace 4 años sin opciones de gobierno.
Perdimos dos concejales, sí, pero ahora se puede dar en Aranjuez una situación semejante a la que vivió Andalucía hace unos meses: Los números dan para que los partidos de centro derecha (PP, Cs y VOX) junto a ACIPA, formen una coalición que nos rescate de las garras de la izquierda que han embarrancado Aranjuez y su futuro desde hace cuatro años.
Los barrios están abandonados, las calles sucias y destrozadas, pero la única promesa electoral de la señora Moreno ha sido abrir el centro comercial de la Montaña, como si fuese ella la que va a poner encima de la mesa los más de 140 millones de euros que cuesta ponerlo en funcionamiento y no de unos inversores privados.
De la Ciudad de Indra de Dionisio, hemos pasado al Centro Comercial y quién sabe si llegaremos a celebrar la apertura de un bazar chino si la izquierda repite mandato hasta 2023. Esa es la situación desesperada del actual Aranjuez.
Pero los vecinos no son tontos y nunca se equivocan. Tras 4 años de gestión socialista, de nada ha servido el apretón del vago de los últimos 2 meses que todo el mundo ha podido observar.
Volviendo a los resultados electorales, el PP de Aranjuez puede llegar a gobernar si consigue consensuar un programa liberal con el resto de grupos del ala derecha. La división de voto no sólo ha afectado esta vez al espectro conservador y podemos asegurar tras el gran resultado de INPAR, que el PSOE ya tiene su propio caso ACIPA: una escisión de partido de personas descontentas con la gestión reciente de la formación del puño y la rosa.
Desde luego estas dos agrupaciones locales (Inpar y ACIPA) son las grandes triunfadoras de la noche electoral, pues nadie daba un duro por ellas en los contubernios virtuales de opinadores, aburridos y paseantes de nuestra ciudad. Sobre todo entre los palmeros de la señora Quintana, convencida ésta de que sin su figura de fundadora el partido tenía sus días contados. Para nada ha sido así.
Jesús Mario Blasco ha mejorado los resultados de su antecesora y durante mucho tiempo de la noche electoral tuvo en sus manos el tercer concejal. Su esfuerzo y tesón tuvo una magnífica recompensa en La Montaña, dónde fue la fuerza más votada en muchas de las mesas y donde mi partido no ha sabido conectar con su electorado aun habiendo realizado múltiples acciones entre el 2011 y 2015.
Ahora le toca al bueno de Blasco sacudirse la caspa de agradaores y críticos destructivos y representar a una parte importante de ese barrio y, por lo que se lee en algunos grupos vecinales, parece que pocos “montañeses” querrían que no tomase una decisión valiente alineándose con una alternativa que cambie el signo del Gobierno Municipal.
Vox, por su parte, ha sabido rentabilizar la popularidad de sus siglas, aunque se deja en menos de un mes la mitad de votos cosechados en las Generales de abril. La capacidad de sus concejales es una verdadera incógnita.
El desgaste de VOX no ha sido rentabilizado por el PP de Aranjuez, que, si bien es cierto que ha mejorado los resultados de Pablo Casado gracias a la mejor campaña electoral de todos los partidos y al trabajo titánico de su líder y de su equipo, no ha conseguido que los votantes de Abascal vuelvan al antiguo hogar común y más bien se queden en casa (cada uno en la suya y Dios en la de todos).
Como siempre, y aquí estoy cien por cien de acuerdo con el líder nacional de Vox, la veleta naranja, es decir, Ciudadanos, será la incógnita a despejar en la ecuación que abre las puertas de la Casa Rosita de la Plaza de la Constitución.
El partido naranja vive una verdadera convulsión en nuestra localidad y el equipo que representó cuatro años a Rivera en el Consistorio ribereño fue liquidado de la noche a la mañana de una forma incomprensible y sustituido por otro nuevo encabezado por un verdadero desconocido que sin comerlo ni beberlo tiene en su mano los designios de Aranjuez.
Mal apaño haría el partido naranja si opta por echarse en brazos de la izquierda cuando Rivera ha vendido durante meses su compromiso de no pactar con el PSOE en ningún caso, erigiéndose como líder de la oposición y auto proclamándose liberal aun habiendo nacido social-demócrata. Sería una verdadera estafa a sus votantes.
Me dejo para el final a los comunistas representados por dos partidos distintos: el Podemos viejo y el Podemos nuevo, aunque más conocido a este lado del Puente Barcas (Somos Aranjuez).
Me temo que los votantes de extrema izquierda han votado a la marca y no a las personas, pues quedan fuera de la Corporación Municipal gente como Sánchez y Casarrubios que han demostrado su interés por representar a Aranjuez desde su ideología antagónica a la del que escribe, pero con energía. Quizás, su error imperdonable fue no aguantar el pulso a Cristina Moreno cuando aquel verano amenazó con una dimisión interruptus y todo se salvó con un pacto in extremis tras la visita de los hermanos mayores de ambos partidos.
Cosa extraña la de los comunistas, como diría Asterix, están locos estos romanos. En la Asamblea de Madrid ha sucedido exactamente lo contrario entre la formación de Errejón y la de Iglesias superando claramente la de Iñigo, el de la beca black en número de votos y escaños al Marqués de Galapagar.
En definitiva, una noche de infarto que no es más que el preludio de unas semanas de taquicardia negociadora y de un mercado persa poco edificante para el vecino, pero muy necesario en política.
Esperemos a ver a cuánto está el kilo de concejal y si algunos son fieles a sus valores o anteponen sus propios intereses a los de la ciudad a la que aspiran a representar.
Aranjuez, esa bella jaula donde los pájaros pican, vuelve a ser un cambalache.