Ya se
demostró en la manifestación contra el terrorismo celebrada en Barcelona que la
catalana es una sociedad profundamente enferma.
Aprovechar
cualquier acto público para lanzar soflamas independentistas es una indecencia,
pero el Estado es el principal culpable de esta situación por haberse tapado
los ojos y los oídos desde el inicio de la etapa democrática ante un problema
estructural como el de los nacionalismos excluyentes.
Todo
comenzó con el café para todos constitucional, con la recuperación del cupo
vasco y el fuero navarro que crea desigualdades entre españoles.
Todo continuó
con los estatutos autonómicos que permiten que España se convierta en un maremágnum
de 17 mini estados que no hacen otra cosa que encarecer la administración,
construir burocracias paralelas, crear máquinas de poder político, cientos de
miles de funcionarios y empleos públicos injustificables y duplicar las
competencias en una mastodóntica administración que no funciona. Este es el
mejor de los escenarios.
El peor es el que se está viviendo en Cataluña
y se ha vivido largo tiempo en el territorio vasco con la presencia de la ETA y
sus tentáculos.
Al
intentar ahondar en factores diferenciadores que desliguen el destino de sus regiones
al del resto de los españoles, los nacionalismos han roído el calcañar del
Estado y se han aprovechado de ciertas "libertades" para hacer de su
capa un sayo.
Cientos
de miles de vascos tuvieron que salir de Euskadi para que la ETA no les matase.
El Estado jamás ha resarcido a esos ciudadanos que dejaron sus casas y pueblos.
Miró para otro lado.
Ahora miles de catalanes que se sienten
españoles o tragan con el independentismo o se arriesgan a ser agredidos,
zarandeados, acosados o directamente expulsados de la vida civil. El Estado
jamás ha dado la cara por ellos ni ha defendido sus derechos.
Ya es
imposible escolarizar a los críos en español en múltiples territorios de la
propia España. El Estado jamás ha garantizado la escolarización en castellano y
ha ignorado a los padres y profesores que denunciaban estos atropellos.
Es
multado aquel que no rotula su negocio en la lengua del terruño. El Gobierno
central jamás ha alzado la voz ante este abuso típico de la Alemania nazi.
Es expulsado de las oposiciones aquel doctor
que no sabe catalán, mallorquín o vasco al ser requisito indispensable el
idioma local. Nunca se ha impugnado ninguna oposición por contener en sus bases
esta barbaridad.
Es
debidamente exiliado aquel artista que no comulga con ruedas de molino y
clásicos como Valle Inclán, que jamás escribieron en gallego, son condenados al
ostracismo aunque su talento supere por mucho a otros autores estudiados en los
colegios por el simple mérito de ser buenos nacionalistas. El Estado ha
subvencionado debidamente a aquellos artistas que se ciscan en los españoles y
en España.
Todo
esto se ha permitido en una democracia como la española que en vez de afrontar
el problema de identidad de la nación se ha dedicado a comprar los votos de
partidos nacionalistas a cambio de aprobar leyes, presupuestos y demás
pingajos.
Partidos
fundados por racistas como Sabino Arana (PNV), abiertamente anti españoles como
ERC (protagonistas del golpe de Estado de 1934 en Cataluña) o Bildu (brazo
político de ETA) se sientan tranquilamente en el Congreso de los Diputados,
sede de la soberanía nacional, a insultarnos a todos los españoles mientras
cobran de nuestros impuestos.
¿Alguien
se imagina permitiendo esto en su propia casa?
Pero ahora
ya es tarde... si el dinero no da la felicidad, tampoco la independencia.
Tras
décadas de chantaje sistemático al Estado central, tras expolios escandalosos
como el de la familia Pujol debidamente consentidos y tapados por parte de los
sucesivos gobiernos centrales, el dinero ya no es suficiente.
Algunos
ministros del gobierno del pusilánime Rajoy han declarado esta semana que están
dispuestos a pactar con Cataluña una salida dialogada al pulso separatista que sufrimos
desde hace demasiado tiempo. Todo ello mientras los independentistas quemaban
Barcelona y destrozaban coches de la Guardia Civil e incluso les robaban las
armas a los agentes.
¿Dialogar
el qué? ¿Alguien dialoga con un asesino para que le apuñale en el cuello en vez
de en el bazo? ¿Alguien con el ladrón pacta donarle una parte del dinero que le
ha sustraído del bolso?
El
delito de sedición o traición es recogido en el Código Penal igual que el
resto. Y el Estado no puede negociar con delincuentes.
Los
nacionalistas no se van a parar por muchas concesiones que se les ponga encima
de la mesa. No se puede premiar a los traidores a España. No olvidemos que el
objetivo último no es la independencia de Cataluña, sino la constitución de los
Países Catalanes (Comunidad Valenciana y Baleares van en el lote).
Tras Cataluña,
vendrán nuevos escenarios peligrosísimos en otras partes de la Península
Ibérica que se preguntarán ¿Qué hay de lo mío? Yo también voy a amenazar con
marcharme si no me dais más.
El
Gobierno de España no debe olvidarse jamás de que hay una Ley suprema, la
Constitución, que prevé estos casos de insumisión (aplicación del artículo 155)
y que también el Código Penal recoge delitos como la sedición que podrían y
deberían ser aplicados ipso facto a toda esta recua de farsantes que están
violentando el régimen constitucional porque les sale gratis.
Es hora
de abrir el melón constitucional, pero no para lo que quieren algunos como
Pedro Sánchez , una España federal asimétrica, que condenaría al resto de
España a ser una colonia económica de Cataluña, sino para recuperar
competencias propias del Estado que jamás se deberían haber cedido a estos
enemigos de nuestra Nación.
¡Ya
está bien de chantajes!
Busco
un partido que defienda este decálogo:
1º
Quiero ser atendido en español en la administración pública en cualquier región
española.
2º
Quiero que mis hijas aprendan en español si algún día debo salir de Madrid a
trabajar o cambiar mi residencia.
3º
Quiero que se me garantice mi derecho a la libre circulación por el Estado y
que ignorar los dialectos regionales no sea óbice para trabajar en mi país.
4º
Quiero que se me atienda en cualquier hospital español sin distinción de
tarjeta sanitaria.
5º
Quiero que abrir una empresa conlleve los mismos trámites aquí que en Extremadura.
6º
Quiero pagar los mismos impuestos y recibir los mismos servicios que cualquier
español sin cupos ni diferenciaciones por haber nacido en otro lugar de la
geografía española.
7º
Quiero que la Policía Nacional y la Guardia Civil sean los únicos cuerpos del Estado
con competencias de seguridad para evitar fallas y errores como los cometidos
por los Mossos en el atentado de Barcelona.
8º
Quiero que la bandera española luzca en todos los Ayuntamientos democráticos.
9º
Quiero que los partidos que no juren la Constitución y no defiendan la unidad
de España sean inmediatamente ilegalizados.
10º
Quiero ser un ciudadano español y poder expresar mi orgullo por serlo sin que
me miren mal o me agredan.
Prometo
votarles.
Javier Lindo Paredes