Hoy es un día triste ante la
ausencia de los que ayer nos dejaron: familiares, amigos o conocidos... Esta
jornada, que debería ser un día más del calendario, una jornada todo normal, es
un día en el que España junto a Europa se unen en lazos hermanos para levantar
la voz en Memoria de todas las Víctimas del Terrorismo.
Las vidas que un día segaron los asesinos mediante el tiro en la
nuca o las bombas, esas vidas no murieron de forma baldía. Asimismo, esas vidas
que han quedado maltrechas, rotas por las secuelas de los intolerantes asesinos
y quienes les apoyan, que desprecian la democracia, la opinión diferente,
tienen en nosotros el respeto, admiración, apoyo, solidaridad y afecto.
En nosotros, las Siete Voces al Cielo, que representan el
sentir de la inmensa mayoría de españoles de bien, se recoge la dignidad, la
memoria y siempre el recuerdo a todas y cada una de las Víctimas del
Terrorismo.
Somos las voces de los callados, de los sin voz, la llama del
recuerdo y la memoria permanente que nunca se apagará, porque con ellos, con
los que un día sufrieron en sus propias entrañas la barbarie terrorista y los
que perdieron su vida, con todos ellos, se nos robó un pedazo de libertad.
Pertenezco a un colectivo, el de los Cronistas Oficiales de
España, que piensan y escriben, que escudriñan las pequeñas historias locales,
de las que se nutre la gran historia de una Nación, que hace crónica día a día
de los hechos acontecidos, para que los pueblos no pierdan la Memoria.
En la seguridad de representar hoy aquí a todos y cada uno de
ellos, hombres y mujeres de bien que en cada pueblo o ciudad de España lloran
la pérdida estéril y absurda de cuantos han sido arrancados de nuestro lado por
el terror, alzo mi voz para reclamar la firmeza y contundencia necesaria contra
el mundo de los asesinos y sus padrinos que siegan las vidas de forma bárbara y
cruel.
Reclamo el respeto hacia las Víctimas del Terrorismo, sin
distinción de colores y el derecho a vivir, trabajar, pasear, disfrutar de la
paz familiar, sintiéndose protegidos personal y socialmente.
La guerra solo genera odio y más guerra pero ello no debe impedir
evitar que los asesinos terroristas marquen la vida de España, como el pasar de
la arena del reloj. La Memoria de las Víctimas nos piden ser fuertes,
contundentes e implacables, utilizando para ello todos los resortes de un
Estado democrático. No se puede permanecer impasible ante el clamor de la
sociedad.
Cada uno de los que han
perdido la vida, cada esperanza rota no es un frío número, son velas encendidas
de por vida reclamando Justicia, Memoria y Dignidad. Son vidas que desde el
reino de los justos nos dicen que, por Ellos, en sus nombres, no hinquemos la
rodilla ni claudiquemos.
Finalmente, solicito como una voz al cielo más, que los
terroristas paguen sus crímenes de acuerdo a la ley, que cada una de las vidas
como hojas arrancadas del árbol de la vida, estén siempre en nuestra Memoria,
que no se negocie con los terroristas y que las victimas siempre cuenten con
nuestro profundo afecto y recuerdo.
A todas las Víctimas del Terrorismo, Memoria, Dignidad y la
exigencia de Justicia.
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