Ayer el
Congreso cerró la puerta a la investidura como presidente de Pedro Sánchez.
Al
menos había que intentarlo. Era su papel recoger el guante que Rajoy había
despreciado porque los números no le daban.
En este
sentido, el señor Sánchez cumplió su cometido y tras su fracaso, la maquinaria
democrática de esta legislatura atípica comenzó a rodar cuesta abajo y sin
frenos hacia unas nuevas elecciones generales.
Es
triste reconocerlo, pero España se ha fragmentado tanto, se ha debilitado en
tal extremo el espíritu nacional y el concepto de interés general, que acudir
de nuevo a las urnas no garantiza para nada un cambio de panorama político.
El
único que ha cogido aire ha sido Pedro Sánchez, al que todos daban por muerto
el 20 de Diciembre, pues ha sabido estar a la altura de un candidato a
presidente. Otra cosa es lo que suceda ahora en el PSOE, que con los peores
resultados de su historia, se tambalea y pueden caer en la tentación de
afrontar una nueva cita electoral con una nueva cabeza visible. Parece que no
hay dudas en las quinielas y que cualquier alternativa o cambio de cromos pasa
por Susana Díaz.
A
Susana Díaz y al PSOE en general no le pesan los casos de corrupción, nadie
habla de que la maquinaria de la Junta de Andalucía y de los sindicatos del sur
han actuado durante largo tiempo como una máquina delictiva para quedarse con
el dinero de los parados. El mayor caso de corrupción de la historia de España,
el de los ERE, no existe ni es noticia.
Sin
embargo, el PP de Mariano Rajoy recibe como un púgil noqueado día tras día
golpes judiciales por casos de corrupción desde los propios medios televisivos
y radiofónicos que el propio PP ha mantenido y beneficiado. La política
mediática de la derecha ha sido un desastre desde siempre y nada presagia que vaya
a cambiar.
El PP
de Rajoy está acabado, muerto, huele a cadáver político porque su cúpula no
representa a sus bases. Se repetirá sin duda lo que ocurrió en UCD y nos tocará
tomar el relevo a nuevos políticos que saquen a la derecha de su ostracismo y
de su deriva sin rumbo.
Este PP
se ha dejado enjaular, encasillar por una izquierda que le zarandea y le cuelga
el sambenito de partido podrido, de representante de la banca, de las
oligarquías y un largo etcétera.
Y el PP
no es eso, el PP es el primer partido de España y sus bases son lo mejor de la
clase media española, de los emprendedores, de los que con sus impuestos y su
trabajo diario mantienen el Estado de Bienestar y aman a su nación y sus
raíces.
El PP
de Rajoy, a la francesa, ha creado a Podemos para restar votos al socialismo y
se le ha ido de las manos. Lo mismo que ocurre en el país vecino con el Frente
Nacional de Le Pen.
Noche y
día, desde las televisiones que han creado y reflotado los representantes de mi
partido, los líderes de Podemos y sus palmeros mediáticos se dedican a vapulear
a un PP cansado, memo y acomplejado, que lejos de defenderse y ensalzar los
ideales de la derecha liberal, la que junto a la socialdemocracia clásica han
protagonizado el avance europeo desde la caída del Muro de Berlín, se dejan dar
por todos sitios y asisten impávidos a los ataques incesantes de un nuevo
partido autoritario llamado Podemos.
Lógico
que en Cataluña, y ahora en España, surgiera Ciudadanos. Cuando se deja de ocupar
un espacio ideológico y de defender tus valores para hacerte perdonar la vida
por los independentistas, otros toman la manija. No hace falta ser Arriola para
entenderlo.
No nos
engañemos, existen los partidos democráticos (aunque estén en horas bajas) y
los partidos que se aprovechan de la democracia para instalarse en el poder y
desde él instaurar su ideología autoritaria. La dictadura del proletariado de
Marx y Engels.
Partidos
como Batasuna, abiertamente pro-etarras, lejos de estar ilegalizados como pedía
el Tribunal Supremo, siguen en las instituciones desde que Zapatero comenzó el
cacareado proceso de paz. Y Rajoy lo continuó sin demudar el gesto.
Otegui
era un hombre de paz, ahora sin rubor el líder de Podemos habla de él como
preso político. "Nadie debería estar en la cárcel por sus ideas"-
dice. Obviando que Otegui estaba condenado por terrorismo. El Gordo le llamaban
en ETA.
La
irrupción de Podemos en la Cámara Baja declarándose sin tapujos pro-Otegui, o
poniendo encima de la mesa como condición para pactar un Gobierno el
resquebrajamiento de España y un referéndum independentista, es una mala
noticia para los demócratas.
¿Se
imagina alguien en Inglaterra a un líder político hablar con cariño del IRA? ¿En
Alemania de los nazis? La intención de voto de ese líder en esos países caería
en picado y sin embargo, en España, justificamos cualquier cosa que Iglesias,
Errejón, Monedero o Carmena hagan o inventen.
Son los
representantes de la nueva España, los nuevos payasos de la tele asaltando el
Congreso con sus rastas, sus besos en los morros y sus bebés mamando en el
escaño para conseguir la foto fácil.
Son lo
"Hombres, Mujeres y viceversa" de la política, los "Sálvame Deluxe"
de la palabra, los "Folloneros" de herriko-taberna discípulos de la
España más sectaria nacidos de la subvención y de la molicie de ninis
universitarios.
Autoerigidos
como representantes del cambio nos hablan del futuro, sobre todo de ese futuro
de 1936, de la Guerra Civil, de Franco y de los GAL, pero se rasgan las
vestiduras cuando alguien les recuerda que están financiados por dictaduras
como la de Irán (donde Pablo no podría dar un beso a otro hombre sin que le
fustigasen) y por Venezuela (allí sí que hay presos políticos) y que el odio
entre españoles debería estar desterrado de la vida política desde la
Transición española gracias a políticos de otra talla muy superior a la suya...
Javier Lindo Paredes
Concejal del Partido Popular
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